"Los profesionales no se van de las empresas, se van de los jefes"
Tom Peters
"¿Qué es la felicidad sino el desarrollo de nuestras facultades?"
Anne Louise Germaine Necker, Madame de Stal
"El talento es como la luz, no se ve pero ilumina"
Domingo Rey
La política imperante en algunas empresas se resume en una idea muy extendida y en ocasiones obsesiva: “ganar dinero”. Esta política (real pero muchas veces no declarada) es absolutamente legítima. Sin embargo, es una política totalmente desaconsejable en empresas con vocación de futuro y desarrollo por varios motivos:
El beneficio económico es fruto de la riqueza de una empresa, pero no el único ni el más importante.
La riqueza de las organizaciones incluye otros activos intangibles (y en muchas ocasiones no cuantificados) tales como su imagen y prestigio en su mercado y la sociedad en general, la capacitación de las personas, la investigación y desarrollo de productos y servicios, la satisfacción de los clientes, la cuota de mercado, las alianzas estratégicas con proveedores y clientes, la capacidad de innovar,…
La búsqueda obsesiva de los resultados económicos (visión cortoplacista) suele degenerar en recortes de activos en los que la organización debería invertir para generar más riqueza (visión a largo plazo).
Es desgraciadamente habitual encontrar empresas que escatiman salarios con intención de obtener exiguas mejoras en los resultados económicos. Estas políticas suelen provocar pérdidas de capacidad para generar riqueza en estas empresas debido a la desmotivación del personal e incluso la fuga de sus mejores talentos.
Algunas empresas no invierten en innovación y desarrollo de productos, quedando abocadas a una guerra de precios sin salida con empresas de países con costes salariales más bajos.
Estos ejemplos son muestra de un error general que se advierte en la Teoría de las Limitaciones de Eliyahu Goldratt: “los óptimos locales (beneficio económico) se obtienen a costa del deterioro del óptimo global (riqueza)“
En la ecuación de la Eficiencia (Eficiencia = Resultados Obtenidos / Recursos Utilizados) se tiende a recortar recursos en lugar de buscar la mejora de los resultados con unos recursos dados.
El beneficio económico es consecuencia directa de la riqueza que es capaz de generar una empresa, por lo tanto, se debe gestionar la riqueza antes que el beneficio económico.
Las empresas que obtienen de forma sostenida los mejores resultados económicos son las que gestionan sus activos logrando simultáneamente la máxima satisfacción de sus clientes, de las personas y la sociedad en general.
Olvidar las relaciones causa-efecto nubla la visión de la realidad e impide tomar las decisiones adecuadas para resolver los problemas o alcanzar los objetivos. Es a través de la gestión de esta riqueza como se consiguen resultados económicos crecientes y sostenibles.
Los sistemas de planificación y control económico y financiero ofrecen una visión parcial de la riqueza de una organización. Cuando se toman decisiones basadas únicamente en criterios economicistas se descuida el impacto de estas decisiones en activos intangibles que no tienen reflejo en los balances, las cuentas de explotación o los ratios financieros.
La idea de que la empresa “gane dinero” no es motivadora para el personal si no se acompaña de sistemas de incentivación objetivos y transparentes.
Por el contrario, la política de generar riqueza es motivadora en sí misma porque por su propia naturaleza persigue el beneficio de todas las partes interesadas. En una organización centrada en la generación de riqueza, se ofrece un mundo de posibilidades para que las personas puedan desarrollar todo su potencial intelectual y emocional. La empresa se puede convertir en un espacio para el ocio, y no sólo de negocio.
Los cinco puntos anteriores se resumen en el siguiente principio:
Las empresas deben “generar y distribuir riqueza” para “generar y distribuir dinero” y otros beneficios.
Este principio encierra un concepto de empresa más amplio y social: la empresa como ente sociotécnico que genera y reparte riqueza.
Las empresas están dotadas de una enorme capacidad transformadora del entorno. Dependiendo de la política y cultura, esta capacidad puede utilizarse positivamente (generación y reparto de riqueza, impacto medioambiental positivo, educación, acción social,…) o negativamente (sobreexplotación de los recursos naturales, contaminación medioambiental, contaminación mediática y cultural, explotación de las personas,…).
Las empresas deben revertir al entorno del que se nutren parte de sus beneficios para que el propio entorno siga favoreciendo su desarrollo.
El gran reto de los directivos es hacer compatible la satisfacción de las necesidades y expectativas de todas las partes interesadas (clientes, personal, accionistas y sociedad en general).
Las empresas que pretendan seguir el camino de la excelencia deben prestar atención a la generación y distribución de riqueza en todas sus vertientes.
La riqueza primordial de cada empresa varía en función de su actividad y sus estrategias. Puede tratarse de incrementar cuota de mercado, mejorar la imagen de empresa y marcas o productos, incrementar el número de clientes, desarrollar nuevos productos y patentes, fidelizar los clientes, establecer alianzas estratégicas con proveedores,…
El camino directo y seguro para generar riqueza es la Gestión del Talento. Este es el último y principal motor de una organización. El Talento es la suma de las competencias de las personas y su motivación para ponerlas en práctica.
La Gestión del Talento tiene como ingredientes las competencias (saber y saber hacer), las oportunidades (poder) y la motivación o compromiso para la acción (querer): Para que el talento genere riqueza (valor) deben confluir los conocimientos y habilidades, las oportunidades para ponerlos en práctica y la voluntad de hacerlo.
El talento individual es como un haz de luz que cada persona emite. Cuando el talento se gestiona adecuadamente, los haces de luz se concentran de forma coherente y colimada. Entonces el talento colectivo se convierte en un rayo láser, cuya energía es mucho mayor que la suma de las energías individuales.
Para Gestionar el Talento y generar riqueza debemos actuar sobre los ingredientes que lo componen:
Los conocimientos y habilidades se desarrollan con planes y sistemas de gestión. Las oportunidades se presentan con una adecuada estrategia y trabajo en equipo. La motivación se promueve instaurando con una cultura participativa y un liderazgo adecuado.
Es más fácil medir los resultados que el talento, por lo tanto, es recomendable establecer indicadores de eficacia y eficiencia en todos los ámbitos de la Gestión (Cuadro de Mando Integral)